El Pais Uruguay

El miedo en el barrio Peñarol

Los vecinos quieren reunirse con el Ministerio del Interior y reclaman por más cámaras de seguridad

JOAQUÍN SILVA

Los vecinos quieren una reunión con Heber y reclaman más cámaras.

Pa, pa, pa, pa, pa. Así, cinco minutos, dice Zoila. Su esposo asiente. “Como en una guerra”. Y como nunca habían sentido. Estaban por dormirse, mirando una película en Netflix que ahora no recuerdan. Saltaron de la cama y su celular, por el grupo de Whatsapp de vecinos en Alerta del barrio de Peñarol, estallaba: uno a uno, a medida que el tiroteo entre la Policía y los delincuentes —que terminó con uno de ellos abatido a pocas cuadras de su casa, otro detenido y 70 gramos de marihuana incautada— se iba desplazando por el barrio, los vecinos iban reportando.

El furioso intercambio de disparos —lo supieron a la mañana siguiente— fue, por ahora, el último hecho de violencia extrema del barrio que culminó con la muerte de una persona. Los vecinos, y la Policía, cuentan seis muertos en poco más de 72 horas. El anterior había sido el homicidio de un hombre cuyo cuerpo quedó tendido en la puerta de la policlínica Lavalleja, cadáver que se sumó a los dos cuerpos semicalcinados que fueron encontrados sobre las vías de tren, más otro cuerpo, también cerca de las vías, que se lo halló con un balazo en el cuello.

Zoila y Mauricio —sus nombres son otros, que ellos no quieren dar— caminan ahora por la calle Schiller y hablan en voz alta con la confianza de que con el sol todavía alto —son algo más de las 16— no hay tanto peligro como en la noche, cuando todos los vecinos se encierran y tratan de no salir.

“No te rindas...”, se lee en la pared de una de las viviendas de la cuadra, en donde un perro grande descansa aburrido. En una esquina, un taximetrista cambia la cubierta que acaba de pinchar, y en la plaza unos niñas juegan en las hamacas.

La pareja se detiene en un punto en particular, a metros de donde comenzaron los disparos en la madrugada del jueves: en la esquina con la calle Humberto Zarrilli. Allí, las “rapiñas” son algo de todos los días, y en este caso muchas veces a cualquier hora.

Entonces Zoila señala hacia arriba y reclama por cámaras y dice que como concejala del Municipio G es una de las demandas que está llevando a las autoridades.

Juan, otro vecino que integra el grupo de Vecinos en Alerta de Peñarol, lamenta que la respuesta del Ministerio del Interior haya sido que “no hay presupuesto,” porque sin esa herramienta la Justicia tiene dificultades para identificar a delincuentes que, por ejemplo, desde hace semanas roban subidos a la misma moto.

“No puede ser que no podamos ir al supermercado tranquilos o que tengamos que estar todo el día encerrados”, vuelve a protestar Mauricio, retirado policial desde hace poco y que reclama, como siempre se exige cuando la violencia en los barrios se complica, mayor presencia de uniformados. “Integro una comisión de seguridad de vecinos y vamos a pedir una reunión con González, porque el otro día estuvo dando vueltas el helicóptero pero después no vino más”, dice, y agrega que lo mismo ocurrió en 2020.

González es Santiago González, director de Seguridad y Convivencia de la cartera, y para quien lo primero que hay que dejar en claro es que el problema de la inseguridad en Peñarol —y los alrededores, como Lezica y Sayago— tiene “20 años y no es de ahora”.

Pero más allá de eso, dice que ha tenido “al menos 10 reuniones” con los vecinos de aquí y que la presencia policial está asegurada. “Esta semana hemos puesto puntos de control y esta madrugada vamos a poner de nuevo”, subraya. “Hacemos un trabajo de todos los días contra el narcotráfico y las bocas de droga que se va a ir incrementando. Pero entendemos lo que está sucediendo — sigue González—. Nosotros somos los responsables de la seguridad y nos hacemos cargo y nos reuniremos con los vecinos cuantas veces sea necesario. Es lo que nos pidió el presidente”.

Respecto a las muertes, relacionadas entre sí y producto de la puja de bandas narcos de la zona, González también entiende importante afirmar que no por ello dejan de ser “muertes importantes” que buscan resolverse.

Mientras tanto, en Peñarol, aunque el sol siga calentando, los vecinos ya entran rápido a sus casas. Y varios se niegan a hablar diciendo que no son del barrio. Frente a la policlínica en la que horas atrás murió uno de los últimos, hay un quiosco de esos con rejas, en los que los clientes no entran y la puerta “no se abre jamás”. “A veces tengo miedo de acercarme”, lamenta una voz al fondo.

Poco antes de que Mauricio y Zoila se despidan, pasa una moto con dos hombres que miran amenazantes. “No les tengo miedo a estos malandras”, dice él, sosteniéndoles la vista.

Santiago González: “Nosotros somos responsables y nos hacemos cargo”.

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2022-05-13T07:00:00.0000000Z

2022-05-13T07:00:00.0000000Z

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