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Por ser vecina, me toca presenciar, desde hace muchos meses, la triste vida de una perrita en una casa que da a dos calles, una de ellas Masini. La casa parecería estar sin moradores, con una señora que va un rato de mañana.

Al comienzo, a la perrita se la veía cuando se asomaba por una ventana que da a la calle y no paraba de ladrar. Pude escuchar el destrato que recibía el animal. Desde entonces, no la vi más, pero sí la escucho ladrar o aullar día y noche.

Llamé a Animales sin Hogar, a Malacay y a Liga Bichera con quienes colaboro, sin obtener solución. Escribí al INBA sin que nada me haya respondido.

Pienso en los ucranianos que huyen de la guerra con sus mascotas y comparo. No puede ser que se someta a un animalito a una vida tan cruel.

¿Alguien podrá hacer algo por ella?