El Pais Uruguay

La Cruz, el pueblo que busca médico hace medio año

El gobierno prepara plan piloto para llevar doctores al campo

SEBASTIÁN CABRERA

Cuando en diciembre pasado la médica Karina Carreño abandonó el pueblo de La Cruz, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Florida sobre la ruta 5, los vecinos pensaron que sería como tantas otras veces, que al poco tiempo llegaría un nuevo doctor a ocupar la policlínica gestionada por ASSE y la mutualista Comef.

Pero pasó medio año y nada: siguen esperando.

La Cruz quedó con una enfermera que vive allí todo el año y durante unas pocas horas por semana llegan a la localidad médicos a atender la policlínica. Si alguien se enferma fuera del horario limitado en el que van los profesionales deben movilizarse hasta Florida. El taxi cuesta unos 800 pesos. Eso genera angustia y temores en el pueblo de algo menos de 1.000 habitantes. “Te da un ataque a las doce de la noche... ¿a qué doctor vas a ver si no hay nadie? Ella (la médica) vivía allí y enseguida venía”, dice José Luis Galloso, un vecino.

El coordinador regional de ASSE, Fabio Pandolfo, asegura que se inició un llamado, pero que por temas burocráticos pasarán tres o cuatro meses para ocupar el cargo, si lo logran. Entre otras cosas eso sucede porque deben refaccionar la casa donde vivía la doctora, en mal estado, y conseguir un doctor que quiera instalarse.

Para incentivar que los médicos de familia se instalen en el campo, el gobierno empezará en junio un plan piloto en 10 localidades.

Aprimera vista La Cruz es un pueblo como tantos otros, con ese ritmo cansino donde parece que nunca pasa nada, donde las oportunidades son pocas y el futuro no es alentador. Por la ancha y prolija avenida principal con coquetos faroles en el medio —la 18 de Julio, claro está— muy de vez en cuando pasa un auto y la gente saluda con un amable “buen día” cada vez que se cruza a alguien. Acá el cura viene una vez por semana y el ómnibus entra al pueblo cuatro veces por día.

Eso sí, hay varias cosas que hacen único a este paraje floridense ubicado a 116 kilómetros de Montevideo y unos 20 de la capital departamental. Para empezar, el nombre: dicen que, cuando se estaba construyendo la vieja estación de trenes, un obrero sufrió un accidente cargando piedras y murió en el lugar. Entonces pusieron una cruz que le terminó dando nombre a la localidad. “Antes de la cruz”, “después de la cruz”, era la referencia de los vecinos, y así fue quedando. La historia la cuentan algunos, pero otros dicen no estar tan seguros de que sea así y relatan que “ahí se murió un camionero”. La cruz, como sea, está al final de la 18 de Julio, a unos metros del complejo de Mevir. Acá también se celebró el famoso Pacto de La Cruz entre colorados y blancos, que dio fin a la revolución de 1897 liderada por Aparicio Saravia. Algo más cerca en el tiempo, el 13 de noviembre de 1908 nació Julio Castro, el maestro y periodista secuestrado por los militares en la montevideana esquina de Rivera y Francisco Llambí en 1977, quien se volvió un emblema en las causas de derechos humanos y cuyo cuerpo fue encontrado en 2011.

Pero, además de todo eso, desde hace medio año los más de 800 vecinos de La Cruz (casi 1.000 si se toman en cuenta las zonas aledañas) se quedaron sin médico permanente.

Y eso para ellos es un drama.

Se sabe que el médico es una referencia central de cualquier pueblo, una personalidad relevante. Es aquel al que se le toca el timbre o se lo llama sea sábado o domingo, sea la una de la tarde o la una de la mañana. Es el que atiende desde partos a infartos, el que hace de consejero o de psicólogo improvisado. Y es parte de un Uruguay que de a poco deja de ser, que se va en forma lenta pero segura.

Ahora, y hasta que Administración de los Servicios de la Salud del Estado (ASSE) realice un nuevo llamado (y refaccione la casa del médico, que está en mal estado), en La Cruz hay una policlínica que funciona algunos días a la semana tanto en salud pública como en la privada Comef: vienen doctores a atender unas pocas horas de lunes a viernes, salvo los martes. Eso, es obvio, está muy lejos de la esclavizante dedicación permanente del médico residente. Los cruceños deben hacer 20 kilómetros hasta Florida capital para ser atendidos si surge una urgencia (en ómnibus, taxi o auto, si tienen) o esperar que —con mucha suerte— llegue una ambulancia desde allí. Y eso, ante un infarto o un accidente grave, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Algo que en las grandes ciudades vemos como natural, aquello de tener un doctor a una distancia o un tiempo razonable del hogar, no existe en La Cruz. Lo peor: no saben cuándo volverá y si efectivamente volverá. Si sucede, no pasarán menos de “tres o cuatro meses”, dice a El País el coordinador regional de ASSE, Fabio Pandolfo. Pero las razones las veremos más adelante.

UN VIEJO PROBLEMA. La Cruz es hoy el único pueblo de Florida sin médico residente, según la información de ASSE. Pero lo mismo sucede en otras zonas del país (cuánto más al norte, es más habitual, dicen). La falta de médicos rurales es un problema estructural que no solo se mantiene en el tiempo a lo largo de las últimas décadas, sino que se ha ido agravando.

Encontrar profesionales que quieran ir al medio del campo a estar disponible día y noche es tarea compleja. En 2011 el entonces presidente José Mujica lanzó un plan para llevar doctores al medio rural, que terminaría fracasando. Según Carlos Córdoba, veterano médico hoy jubilado y hasta hace no mucho presidente de la Sociedad de Medicina Rural del Uruguay, aquella fue “otra expresión de buenas intenciones nacidas en los escritorios montevideanos”. O sea, “hubo un gasto enorme en asesores y consultores y al terreno llegó poca cosa”.

En ese entonces había unos 400 médicos rurales en todo el país. Hoy no existe una cifra actualizada pero la actual presidenta de la Sociedad de Medicina Rural, Claudia Conde, estima que “deben ser” cerca de la mitad y que los médicos rurales afincados en pequeñas localidades son “una especie en extinción”. ASSE, en tanto, no tiene datos para informar. Su gerente general, Eduardo Henderson, dice a El País que es una información “dinámica”, que cambia cada poco tiempo.

Una década después del intento de Mujica, a fines de 2021 se lanzó un plan piloto para llevar médicos a diez zonas rurales. Aunque las inscripciones fueron menos de las pensadas, en unos días se pondrá en marcha el nuevo programa (ver aparte).

Según la Sociedad de Medicina Rural, en Montevideo trabaja el 73% de los médicos del país, al sur del río Negro el 20% y al norte el 7%. En una disertación en 2017 en un congreso de Urgencias y Emergencias, el doctor Córdoba explicó que en Uruguay se consideran tributarios de la medicina rural a las personas que viven en 448 localidades de menos de 3.500 habitantes. Sumando toda la población rural dispersa, se trata de casi 400.000 personas. De acuerdo a la información que en 2017 manejaba el expresidente de la sociedad, un tercio de los pueblos con hasta 2.000 habitantes tenía un médico residente. Y solo cinco de hasta 1.000 habitantes contaban con ese doctor permanente (lo cual no quiere decir policlínicas, que son muchas más).

Pandolfo, el coordinador de ASSE, dice que el paradigma de los médicos rurales que atienden las 24 horas hoy “cambió 100%” cuando un montón de doctores con larga tradición se fue jubilando.

Pero Córdoba, quien durante tres décadas fue médico rural en la también floridense Casupá, advierte que los pueblos “están acostumbrados a tener sus médicos” que no se mueven de ahí. El problema, admite, es que los doctores “no quieren venir a estos lugares” y que el rol social “hay que sentirlo”. Desde La Charqueada en Treinta y Tres, donde atiende, la doctora Conde opina que “la ruralidad ya no encanta a las generaciones jóvenes” y se impone “la ronda rural” de los médicos por distintos pueblos.

DEL BAR A LA POLICLÍNICA. Volvemos a La Cruz, el pueblo que busca un doctor. Un camino con algún que otro pozo comunica al lugar con la ruta 5. El tránsito intenso de esa ruta —repleta de camiones que van y vienen con madera, ganado o lo que sea— contrasta con la paz de la localidad floridense. En una esquina de 18 de Julio está el bar Lo del Macaco, donde un grupo de parroquianos toma sol en la vereda (y también algún que otro beberaje) un jueves a eso de las 11 de la mañana.

Ahí está José Luis Galloso, “el caudillo del Partido Colorado”, como le dicen. Es un personaje, el centro de la charla. Tiene 77 años y fue jefe de OSE. Bastón en mano, está sentado en una silla colorada, tiene buzo colorado y un gorro colorado de la ferretería y zapatería local “De todo uno”. En el piso hay un largo vaso con whisky y más allá la perra Matilde, “la renga”.

Dice el caudillo:

—Acá tenemos doctores un rato lunes, miércoles, jueves y viernes, nada más, nada más. Vienen desde Florida.

En diciembre la doctora dejó el pueblo tras cinco años. Ahora solo queda una enfermera las 24 horas.

“Te da un ataque a las doce de la noche... ¿A qué doctor vas a ver si acá no hay nadie?”, pregunta José Luis.

—El resto de la semana no te puedes enfermar —agrega Jorge García, “nacido y criado en La Cruz”, hace changas y trabajaba en el monte—. Si te viene algo te mandan para Florida.

—Y si no te venís al bar —dice otro a las risas.

—Te da un ataque a las doce de la noche... ¿A qué doctor vas a ver si no hay nadie? —retoma José Luis—. La doctora vivía allí y enseguida venía. Hay otros pueblos, como Pintado, donde todos son unidos, tienen una comisión y se juntan. Acá no, acá hay envidia, que mata al porvenir. Es así, ¿o no sabés vos?

Tras cruzar la vía, esa que ahora volvió a aparecer porque por acá pasará el tren de UPM, y caminar tres cuadras, se llega a la policlínica. El médico que atiende por ASSE se fue hace un rato y no volverá otro hasta dentro de 21 horas, el viernes a las 8 de la mañana. Adentro está Susana Cortalezzi, quien es la enfermera hace más de 20 años y es la primera que debe atender día y noche las consultas de los cruceños desde que en diciembre pasado dejó la localidad la doctora Karina Carreño, tras siete años en el pueblo Antes de ella estaba el doctor Luis Cereza, quien falleció.

Un cartel en la puerta indica el nombre y el teléfono celular de la enfermera, además de los horarios de los médicos de policlínica de ASSE y de Comef (tres horas por día en el primer caso y dos en el segundo, los lunes, martes, miércoles y viernes; la mutualista también envía un médico dos sábados al mes). El pediatra viene una vez cada 15 días y la partera una vez al mes.

Al fondo está la casa del doctor, construida hace unos 30 años junto al edificio de la policlínica. Cuentan en La Cruz que la construcción fue levantada por los propios vecinos con aportes de “la curia de Florida”.

Pero la vivienda donde hasta diciembre vivía Carreño se encuentra en mal estado (el techo se llueve, cuentan) y ese es uno de los problemas que ha postergado la eventual llegada de un nuevo profesional. Desde afuera y mirando por la ventana, el estado de la vivienda no parece tan malo, aunque en el techo del living se notan algunas humedades.

La enfermera Susana se puso la policlínica al hombro. Ella está de turno las 24 horas: ante una llamada valora la situación con sus conocimientos y pide una ambulancia si hay riesgo de vida. Hasta hace unos 15 años La Cruz tenía ambulancia propia y los vecinos juntaban dinero para pagarle al chofer. Pero un día no hubo más plata y chau vehículo.

Hace poco murió una persona que estaba en cuidados paliativos, era enfermo terminal. Según supo El País, cuando la enfermera se dio cuenta que había fallecido, tenía un problema: ella no podía certificar la muerte. Justo ese día había un político en el pueblo que también es médico, lo contactaron y tema resuelto.

EL TAXI SALVADOR. La casa del taxista Mauricio Morella está ubicada estratégicamente frente a la policlínica. Su auto es, diríamos, un “taxi-ambulancia”, porque en los últimos meses el hombre ha tenido que realizar una larga cantidad de viajes a Florida y Sarandí Grande. Y registra cada uno de ellos en un cuaderno: el nombre, la hora y hasta la afección de cada paciente.

Entonces lee y cuenta que a Laura la llevó tres veces en pocos días a Florida y Sarandí Grande por dolores “en el vientre”, a Ismael lo trasladó a las siete de la tarde a la capital departamental por presión alta, mientras que a Karina la acompañó a las once de la noche por un dolor en el pecho. Tuvo que esperarla hasta las tres de la mañana, cuando pudo irse.

“Acá hay mucha gente sin plata”, dice Morella y reconoce el esfuerzo de pagar un viaje que, por ejemplo, sale unos 800 pesos ida y vuelta a Florida, incluyendo la espera en la ciudad. “No los voy a dejar allá, ¿cómo se vuelven?”, pregunta el hombre.

Al lado de la policlínica está la junta local. Adentro, Nahir, una vecina, cuenta orgullosa que hace casi un año no va al doctor y tampoco lo precisa, pero las dos funcionarias que atienden reconocen que la ausencia de un médico residente es un problema grave para todos. “Hay poca voluntad de los dos lados para resolver esto”, dice una de ellas. Por los dos lados, se refiere a ASSE y Comef. “Dicen que no se necesita un médico permanente… Es mentira”, opina la otra.

Y del otro lado de la policlínica vive Mercedes Jaurena, de 66 años y vecina de La Cruz desde hace 48, integrante de la comisión de la policlínica y representante de los usuarios de Comef. Acompañada por la Pequi, su perra, dice en la puerta de su casa que esta es la primera vez que el pueblo se quedó sin médico tanto tiempo. “La doctora Karina estaba día y noche”, lamenta, resignada.

A unas cuadras de la policlínica, ya en las afueras rumbo al norte, vive Yleana García, una exfuncionaria del hospital de Sarandí Grande de 61 años que está jubilada y ahora vende ropa, junto a su esposo Darío Pérez, “Darito”. Él cumple 60 años en unos días, es obrero y jubilado por enfermedad, “hipertenso, diabético y con la columna molida”. Son dos de los que más se han movido por “el tema de la doctora”. En esa casa también los acompaña el padre de Darío, un hombre de 82 años. “Es una persona mayor, le pasa algo y no sabemos a quién acudir”, dice ella. “Y, como él, un montón”.

Invitan a pasar a su pequeño living con estufa a leña, y allí espera su hija Agustina con dos vecinas más: Elena Cabalante, cobradora de Mevir, y Jimena Aguiar, quien es niñera pero antes pintó la casa de la doctora cuando trabajaba en los Jornales Solidarios. “El baño es una vergüenza, en la cocina se le caen los placares, las ventanas están rotas, está todo lleno de humedad y esa casa parece que nunca se limpió”, resume.

Pero Elena dice que “lo del mal estado es una excusa”, mientras que Yleana apunta que el Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (Sunca) ya se ofreció a arreglar la vivienda. De hecho, ese jueves a la tarde un grupo de vecinos esperaba al senador comunista Oscar Andrade, quien pensaba pasar a conocer el lugar. Dicen que Mevir, en tanto, ofreció una vivienda nueva.

En lo de Yleana y Darío todos resaltan el trabajo de la enfermera Susana. “Hay gente que pretende que los medique: ¿cómo te va a medicar una enfermera? La mujer hace lo que puede y más”, dice él. Yleana resalta, además, que la doctora Karina Carreño sigue atendiendo el teléfono si la llaman. Hace unos días ella estuvo con la presión muy alta y la médica la asesoró.

Agustina relata que en Semana Santa su hija Julieta (de nueve años) estuvo mal del estomago, con vómitos, diarrea y fiebre. Fue hasta la policlínica pero no había médicos a partir del miércoles (“esta semana no hay doctor, felices Pascuas”, decía un cartel). Así, tuvo que ir con la niña tres veces hasta Florida en taxi en una semana, porque la situación no mejoraba.

—¿Ambulancia no mandan?

—La pediatra que me atendió un día, me dijo que llamara, que no me iban a dejar sola, que venían. La cuestión es que yo llamé al otro día, porque la nena estaba mal y me dijeron: “Si podés venir, venite”.

El tema llegó al Senado, donde la frenteamplista y floridense Amanda Della Ventura dijo que no hay “respuesta” de ASSE. Y la edila opositora Yanina Fleitas, quien además es maestra de quinto año en la escuela del pueblo, denunció en la junta departamental que la población “queda la mayor parte del tiempo sin la tranquilidad de ser atendida en caso de necesitar una intervención urgente”. Ella lidera una campaña de recolección de firmas en La Cruz, tanto de usuarios de la salud pública como privada. Por su parte, Sol Aloy, la presidenta de la comisión de usuarios de ASSE en Florida, apunta que el tema es uno de esos que incluso “escapa a la voluntad política del gobierno de turno”.

LA VOZ OFICIAL ¿Qué dicen las autoridades? Desde salud pública, el coordinador regional Pandolfo admitió hace unos días en una entrevista con CW33 Radio Florida que “la gente quiere la asistencia que tenía antes, quiere el médico residente” pero que “se hace muy difícil seducir a un médico” para radicarse en el lugar.

¿Por qué? Lo habitual es que los médicos rurales reciban doble sueldo, una parte por ASSE y la otra por la mutualista, de modo que valga la pena radicarse full time en un paraje rural. Según dice Pandolfo a El País, Comef ha decidido mantenerse con el actual régimen de policlínica y “desistió” de poner un doctor residente. O sea, el médico que acepte el cargo solo iría con el sueldo público, que no es mucho más alto que 40.000 pesos líquidos, afirma el jerarca, más casa, agua y luz. En el caso de La Cruz el pago de la guardia permanente de 24 horas era aportado por la cooperativa médica y el edificio de la policlínica pertenece a ASSE, según aseguran en el pueblo.

Desde ASSE en Florida esperan por estos días que llegue de Montevideo el expediente con la baja definitiva de la doctora Carreño para iniciar el llamado para ocupar el cargo, aunque “ya tienen un poco conversado” quién puede ser el médico que iría a La Cruz.

Pandolfo, como los vecinos, dice que las condiciones de la casa hoy son “muy malas y hay que ponerla a tiro” y eso “no sale dos pesos”, aunque la doctora había hecho arreglos. El funcionario adelanta: “Yo voy a llamar al Ministerio de Transporte, a la intendencia, al Sunca, hay que hacer convenios con todos”. Y termina: “Pero ASSE va a ir por el médico de La Cruz, quiere poner un médico en La Cruz”.

El director técnico de Comef, Hugo Tarigo, coincide que “es muy complicada la situación de radicar médicos rurales” y confirma a El País que “por ahora” la decisión de la mutualista es mantener el régimen actual de horario de policlínica. ¿Y si ASSE al final pone un médico, como está anunciando? “Si surgen alternativas, bienvenidas y apoyaremos. Comef tiene médicos radicados en 12 localidades”.

Darío, el veterano vecino que era obrero de la construcción, se ríe pícaro en el living de su casa y dice que lo tiene claro: “Si dicen que faltan tres o cuatro meses, seguro que no habrá doctor antes de fin de año”.

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2022-05-21T07:00:00.0000000Z

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