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Este 25 de septiembre inicia un nuevo año en el calendario hebreo, el número 5783. La festividad de Rosh Hashaná, “cabeza del año”, marca al salir la primera estrella de la noche que un ciclo termina, y uno nuevo comienza. El pan trenzado tradicional se prepara en esta oportunidad en forma redonda, simbolizando el concepto de circularidad, que hoy está en boga pero que es un principio fundamental en el pensamiento judío.

El fin de un ciclo es el comienzo de otro. Una etapa termina para dar lugar a la siguiente. Un proyecto se acaba, pero otro comenzará pronto. La vida tiene un principio y un fin, nacen y mueren personas en cada segundo. Entender el tiempo de manera circular nos inserta en el mundo de las nuevas oportunidades, de los aprendizajes y de los nuevos comienzos constantes. Siempre se puede volver a empezar.

“El futuro es circular” escuchamos decir hoy con frecuencia. La economía, los modelos de negocios, la industria productiva se ven inclinados hoy a tener en cuenta y extender el ciclo de vida útil de los productos y los recursos. La circularidad es recuperada así como valor fundamental para la sustentabilidad de los proyectos y, principalmente, para la preservación de nuestro planeta.

Los procesos de transformación de las organizaciones y la compañías son también hoy presentadas como un circuito circular si la expectativa es generar un cambio sostenible. ¿Qué debemos preservar para dar inicio a un nuevo ciclo? ¿Qué es hora de soltar y dejar ir? ¿Qué tiene el potencial de emerger?

Pensar el mundo de manera circular nos permite frenar, recalcular, y continuar. Iterar, intentar, fallar, aprender, volver a intentar. Nada se pierde, todo se transforma. El pasado lo fue, el presente lo es y el futuro será sin dudas circular.

Sea en septiembre, en diciembre o en abril, el fin de un ciclo y el comienzo del otro es siempre una buena oportunidad para reflexionar acerca del ciclo que se cierra y proyectar para el que inicia, pero también hacer cambios, ajustes y compromisos. En ello se basan las costumbres religiosas y culturales vinculadas a la festividad de Rosh Hashaná. Además de las plegarias y rituales religiosos (“tefilá”), el año nuevo judío es el momento para hacer

RINCÓN DE JUEGOS

“teshuvá” y “tzedaká”. El primero es un ejercicio de introspección que pone el foco en el acto de pedir perdón. El segundo es un llamamiento a la acción social.

Así, la tradición judía del año nuevo incluye no solo la reflexión sino también un “call to action”, un recordatorio de que los buenos pensamientos no son suficientes para transformar la realidad y cambiar el ciclo. En un contexto en el cual los niveles de desigualdad que observamos en la región y la crisis ambiental profunda en la que ya estamos insertos a nivel global, el pasaje a la acción es un imperativo moral.

Paz, salud, amor, prosperidad son los deseos más frecuentes que se leen en las tarjetas de año nuevo. Conciencia, empatía, sostenibilidad, circularidad, podemos agregar para este milenio. Pero en estos días de introspección, además de formular buenos deseos, aprovechemos la oportunidad para comenzar este nuevo ciclo con nuevas rutinas, nuevas acciones y nuevos compromisos que colaboren e inspiren a otros a construir un mundo mejor. @|

Ha trascendido que OSE pierde el 50% del agua que produce. La cifra asusta.

Por otro lado, basta caminar por cualquier ciudad uruguaya y es fácil comprobar una de las razones de tanta pérdida, pues el agua potable corre hacia las alcantarillas por diversas roturas y por varias razones. Sabemos que OSE repara esas pérdidas, pero salvo que sean muy grandes, la logística para detectarlas depende de la voluntad del uruguayo responsable.

OSE tiene un Whatsapp 091 001 871 automático, que guía amablemente a la persona que denuncia una rotura de la red y he comprobado que da resultado.

Para mejorarlo propongo dos cosas.

1 – Que el que denuncia agregue si lo tiene su número de cuenta de OSE y ésta bonifica la factura mensual con descuento por única vez.

2 – Que terminada la reparación, vaya un agradecimiento también por Whatsapp al que envió el aviso.

Pienso que si veo una pérdida de agua y sé que avisando a la OSE voy a tener un reconocimiento y beneficio, la empresa va a tener muchos colaboradores para saber dónde están las roturas y poder repararlas más rápidamente.