El Pais Uruguay

La banda de Astesiano cobró hasta US$ 50 mil por documentos

Utilizaron datos de uruguayos fallecidos, pero también de personas que estaban vivas

RAÚL SANTOPIETRO

Cuando el hombre recibió la llamada de funcionarios de la Dirección Nacional de Identificación Civil (DNIC) en 2019 se sorprendió. Incrédulo, escuchó cómo del otro lado de la línea le consultaban si tenía hijos rusos que estarían intentando tramitar pasaportes uruguayos. Dijo, obviamente, que eso no era posible. Mayor fue el impacto cuando se enteró que figuraba en una partida de nacimiento de un joven ruso, y que lo hacía como su abuelo ya fallecido. Inmediatamente los funcionarios le preguntaron si podía declarar ante la Justicia su situación.

Este fue uno de los primeros expedientes que se elaboraron y forma parte de los cerca de 60 casos que la fiscal Gabriela Fossati presentó para desbaratar una organización criminal dedicada a la adulteración de documentos que luego permitían obtener cédulas y pasaportes uruguayos para ciudadanos rusos. De esta organización formaban parte el exjefe de la custodia presidencial, Alejandro Astesiano, un escribano uruguayo y dos rusos que hacían las veces de gestores, según se conoce hasta ahora.

La Fiscalía espera que se complete la pericia del celular de Astesiano para poder recuperar conversaciones borradas ya que manejan indicios de que habría más involucrados.

La maniobra que llevaron adelante Astesiano y sus asociados tuvo varios episodios en los que su plan tuvo fallas o dejó elementos a simple vista que llamaron la atención de las autoridades de Identificación Civil.

En otra instancia —también incluida en las denuncias de los funcionarios— se constató que utilizaron el mismo nombre de un uruguayo fallecido en una decena de partidas de ciudadanos rusos, relataron a El País fuentes vinculadas al caso.

La maniobra involucraba tres etapas desde que un ciudadano ruso quería obtener los documentos uruguayos y finalmente se entregaban. En dos de ellas, la primera y la última, la documentación era verdadera, pero en la etapa intermedia era cuando se agregaba información mediante falsificación.

En el primer paso, los ciudadanos rusos obtenían sus partidas de nacimiento de su país. A ese documento verdadero, la banda que integraba Astesiano, el escribano y un traductor ruso, lo adulteraban. Es en este segundo paso donde a la partida original, una hoja de papel membretado en idioma ruso, se le agregaba el nombre del su

puesto pariente uruguayo fallecido.

Ese documento adulterado el escribano lo inscribía en la sección de extranjeros en el Registro Civil de modo de obtener una partida en el formato que establece Uruguay. Y con ello pasaban a la tercera etapa en la que, amparándose en las leyes 16.021 y 19.362 —que permiten a hijos y a nietos de uruguayos acceder a cédula y pasaporte— tramitaban los documentos.

Fuentes vinculadas al caso dijeron a El País que una de las falencias que permitieron que esto suceda fue que no se cuenta con traductores oficiales de ruso y se manejan con “idóneos”.

Esta práctica, que se identificó desde 2017 con casos de ciudadanos cubanos y colombianos, fue mutando a medida que pasaron los años. En un comienzo los delincuentes tramitaban la documentación en la sede central de Identificación Civil en Montevideo. Pero tras notar que llamaron la atención de los funcionarios, lo empezaron a hacer en el interior del país, dijeron los informantes.

Se dio avisó a las sucursales departamentales por lo que en una última instancia los involucrados hicieron la gestión desde el consulado uruguayo en Rusia, y una vez obtenida la cédula o el pasaporte se enviaba la documentación mediante valija diplomática. Para evitar esto, desde Uruguay se alertó a los diplomáticos en Rusia.

OFRECER DINERO. Los montos que llegaban a pagar los interesados en obtener pasaporte y cédula uruguaya eran elevados. A nivel judicial se dijo que podían ascender a los US$ 10.000 aunque, en un caso en particular, se desprende que la cifra que pagó un cliente fue de US$ 50.000. En este caso fue para que le tramitaran de la forma más rápida posible un pasaporte uruguayo, según relataron los informantes.

Estos altos precios llevaban a que la organización buscara por diversas vías asegurarse que el trámite se concretara. Y la clave era identificar ciudadanos uruguayos que pudieran figurar como padres o abuelos de los rusos. En la mayor parte de los casos apuntaron a personas ya fallecidas, y en varios de los episodios denunciados se constató que correspondían a personas radicadas en la colonia rusa San Javier, como forma de hacer más fidedigna la versión.

Pero en otros, también, involucraban a uruguayos aún vivos y se estima que eran conscientes de la situación. Uno de los mecanismos que se indaga en la investigación es si los miembros de la organización ofrecían dinero a uruguayos para hacerse pasar por padres o abuelos de ciudadanos rusos.

Otra modalidad utilizada por los rusos, que compraban partidas de nacimiento adulteradas por la organización integrada por el custodio Astesiano, era presentar en la DNIC falsas promesas de trabajo de empresas uruguayas. Por ejemplo, decían que iban a trabajar para UPM. Para evitar que la compañía perdiera esa mano de obra supuestamente especializada, el funcionario de la DNIC apuraba el trámite de otorgamiento de la cédula de identidad.

MEJORAR EL CONTROL. Esta situación dejó en evidencia la necesidad que tiene Identificación Civil de reforzar los controles. Desde 2019, el director del Departamento de Cédula de Identidad de la DNIC solicitó en forma insistente a la Comisión Técnica —unidad que determina las pautas técnicas de los documentos uruguayos— incrementar la seguridad de la operativa de la institución para neutralizar intentos de falsificación.

Así se lo solicitó en reiteradas ocasiones al actual director de Identificación Civil, José Luis Rondán, presentando expedientes denunciando diversas situaciones de vulnerabilidad.

De hecho, allí se acumularon casos de varios rusos hasta que el 22 de setiembre se dio el último intento antes de que la Justicia interviniera. Una gestora, de nacionalidad rusa, de 20 años, pretendía sacar la partida de nacimiento para un cliente de su misma nacionalidad, de 46 años. Pero ante la alerta que ya existía entre los funcionarios de Identificación Civil, se dio aviso a la Policía, que la detuvo.

Tomaron datos de una persona viva y lo hicieron pasar por abuelo de un ruso.

NACIONAL

es-uy

2022-10-02T07:00:00.0000000Z

2022-10-02T07:00:00.0000000Z

https://epaper.elpais.com.uy/article/281625309187209

El Pais Uruguay