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Zelenski vs. Putin

Desde el pasado 24 de de febrero, cuando comenzó la invasión rusa a Ucrania, el nombre de Volodimir Zelenski, 6º Presidente de Ucrania desde que en 1991 esta se independizó de la Unión Soviética, tomó creciente notoriedad. Zelenski es judío ruso de 44 años, nacido en la ciudad de Krivói Rog, y se licenció en derecho en la Universidad Nacional de Economía de Kiyv. Ha sido actor, animador, director de cine y televisión, productor audiovisual en la empresa creada por él, Kavartal 95 Estudio. Su carrera política empezó en la ficción, encarnando al presidente de Ucrania en una serie que se llamó Servidor del pueblo, realizada por su propia productora. Cuando pasó de actuarlo a postularse como presidente real en las elecciones, obtuvo el 73 % de los votos en la segunda vuelta y derrotó al candidato del partido de gobierno Petró Poroshenko en 2019.

Para hacer una comparación equivalente sobre el acceso del actor Zelenski a la presidencia de su país un antecedente obvio es Ronald Reagan, un actor hollywoodense sin demasiado destaque que fue el 40º. Presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989. Zelenski no imaginó que como mandatario en la vida real iba a tener que enfrentar una guerra como la que desde hace 8 meses soporta Ucrania. A Zelenski no lo conocía nadie fuera de su país y de la noche a la mañana tuvo que asumir la conducción de la nación ante una invasión imperialista y criminal que de “operación militar especial” localizada pasó a ser una amenaza mundial, con peligro nuclear incluido. Si no fuera porque está sucediendo, la situación en Ucrania parece el argumento de una película que juega con la rendidora receta del héroe improvisado que de pronto conduce a su país en un enfrentamiento con el malo perfecto y brutal. Ese contraste es evidente entre Volodimir Zelenski y Vladimir Putin, inclusive en lo que hace al phisique du role. Esa diferencia entre un animador televisivo y mediático (como muchos lo definen con desprecio) y un siniestro ex KGB autoritario con todos los tics del homo sovieticus, ha condimentado una lucha que involucra mucho más que los dos antagonistas principales.

Cualquier biografía de Putin ilustra con toda claridad a quien enfrenta Zelenski. Como Putin mismo lo reconoce, era “un muy logrado producto de la educación patriótica que se impartía al hombre soviético”, según consigna Steven Lee Myers en su libro El nuevo zar: ascenso y reinado de Vladimir Putin. El biografiado se presenta ante el lector como un hombre que indudablemente se ha forjado a sí mismo y ha realizado todo tipo de operativos y transgresiones —incluido mandar a envenenar rivales— para llegar a donde llegó. El presunto cáncer que aparentemente sobrelleva, no lo ha doblegado y pese al fracaso de la invasión que ordenó sobre Ucrania, acorralado puede ser más peligroso.

De Zelenski se ha dicho mucho: desde estadista comparable a Winston Churchill a títere de la OTAN y Occidente, pasando por payaso mediático y agitador de la política interna de Ucrania para desprestigiarla mediante sketches sátiricos que a la postre terminaron beneficiándolo. Los negacionistas del covid19 que han desinformado a lo largo de toda la pandemia cambiaron de objetivo: utilizan noticias falsas para apoyar a Vladimir Putin en su ataque a Ucrania. Centrados en la figura del presidente ucraniano, lo acusan de haber huído y ser borracho, drogadicto y satanista. Sin embargo, mientras la figura de Putin se hunde cada vez más, en especial en Rusia, donde la convocatoria de 300 mil reservistas para luchar en Ucrania ha provocado una huida en masa a otros países, la de Zelenski se acrecienta y su comparecencia vía video pre grabado en la Asamblea de las Naciones Unidas ha sido una prueba.

Pero Zelenski y Putin son solo los rostros visibles de un enfrentamiento que abarca escenarios más dilatados que el escaso territorio ucraniano que Rusia ha logrado invadir. Europa, Estados Unidos, China, irán, Turquía, forman el territorio de la verdadera lucha. El expansionismo que busca

Son los rostros de un enfrentamiento que abarca escenarios más dilatados que el escaso territorio ucraniano.

otra vez refundar la Gran Rusia de los zares y la alianza defensiva de la OTAN que ha quedado como una consecuencia del mundo bipolar que surge tras la II Guerra Mundial, son los verdaderos oponentes. A eso se le suma la antigua y otra vez vigente confrontación entre Oriente y Occidente que implica también lo religioso. Si el Papa Francisco, por interpuesta persona de un innombrado estadista, mentó que la invasión rusa obedecía a los ladridos de la OTAN en sus fronteras, habría que considerar también la ingerencia de Putin y sus servicios secretos en las elecciones norteamericanas en las que triunfó Trump. El mismo Francisco ha reflexionado que esta guerra —se ha negado a llamarla invasión— es la III Guerra Mundial por partes. Cierta vez Putin afirmó que los esfuerzos de un solo hombre podían lograr más que ejércitos enteros. Sin dudas él cree en esa idea megalómana que ni Alejandro Magno o Julio César se hubieran atrevido a concebir, la cual lo impulsó a invadir primero y a sostener después un asedio esteril que lo enfrenta a un fracaso militar y político.

Mientras tanto, Zelenski fortalece su rol a favor del apoyo bélico, logístico y de inteligencia que recibe de las potencias de la OTAN. Nadie debe sorprenderse o quejarse por esto. Rusia es un país 17 veces más grande que Ucrania con casi el triple de población que esta. Desde el punto de vista militar, Ucrania ocupa el puesto 22 del ranking mundial, en tanto Rusia está 2° detrás de Estados Unidos. En los papeles, es imposible que Ucrania triunfe en un enfrentamiento prolongado y sometido a otro tipo de armas enemigas. Sin embargo, el sentido heroico de su pueblo, el coraje de su ejército y la desmoralización y desbande del invasor en ciertas zonas, hablan de una realidad que el 24 de febrero nadie imaginó. No obstante, se escuchan voces airadas que cuestionan el apoyo de los integrantes de la OTAN a la indefensa Ucrania, con un cinismo servil y genuflexo ante Rusia.

El actor televisivo y animador Zelenski ha dado la talla, mientras que el autócrata ex KGB Putin está enfrentado a la disyuntiva de saltar al abismo nuclear o someterse a los hechos de su fallida invasión. Apelar a referéndums ilegales para anexar territorios, a la reserva de 300 mil rusos que sueñan desertar, o enviar presos con condena al frente de batalla es la señal inocultable del fracaso de su brutal proyecto de conquista.

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2022-10-02T07:00:00.0000000Z

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