El Pais Uruguay

Entrevista a Andrés Calamaro

“No soy un misántropo sin remedio; soy un hombre de familia recuperado”.

RODRIGO GUERRA

El argentino dialogó, vía mail, con El País antes de su concierto del 10 de noviembre en el Antel Arena

Es un martes de finales de setiembre cuando Andrés Calamaro, uno de los músicos más emblemáticos del rock en español, se sienta frente a su computadora. Escucha el disco Tres Golpes del cantaor sevillano Tomás de Perrate —que define como un “secreto del flamenco actual”—, y está a punto de salir a caminar por el barrio madrileño Lavapiés. Pero antes de su paseo en el ocaso del verano europeo, responde, vía mail, las preguntas de El País.

La excusa de esta entrevista es el recital que ofrecerá el 10 de noviembre en el Antel Arena, el recinto que conoció en 2019 cuando presentó el disco Cargar la suerte. Su reencuentro con los uruguayos estará musicalizado por varios de los clásicos que compuso en su carrera. Y, para hacerse una idea, “Sin documentos”, “Media Verónica”, “Estadio Azteca” y “Tuyo siempre” forman parte del setlist del show para el que quedan entradas en Tickantel (de $1740 a $ 3820).

Sobre su vuelta a las giras, sus próximos planes y el origen de su versatilidad, va esta entrevista.

—Tras la pausa obligada que significó la pandemia, ¿cómo evaluás tu vuelta a los escenarios? Lo menciono porque la última vez que hablamos escribiste lo siguiente: “En la espera recuperé un cierto amor al canto, mayor deseo. Torear en silencio me vino bien”.

—“Puede perseguirte la adversidad, / Aquejarte el mal físico, / Empobrecerte el medio, desconocerte el mundo, / Pueden burlarse y negarte los otros, / Pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha, / Porque no es sólo tuya”. Me costó un poco empezar la temporada, estaba casi de baja, como Karim Benzema ahora mismo. No me encontraba 10 puntos físicamente y me costó bastante estar a punto para el servicio musical. Al público lo encontramos mejor que nunca, emocionando, emocionante, con deseos de escuchar y ofrecerlo todo. Disfrutamos mucho con lo que va de gira. Este fragmento de “El destino del canto” (de Atahualpa Yupanqui) contesta y repregunta… resignifica este oficio con hondura y verdad. En el camino, atravesamos estadios advertidos por Don Ata, de apariencia metafísica, el verso del destino explica y se explica. —El año pasado publicaste Dios los cría..., un álbum con nuevas versiones de tu repertorio junto a varios invitados, y grabaste “Hong Kong” con C. Tangana. ¿Considerás que estas experiencias representaron una revalorización y un redescubrimiento de tu obra? “Ahora soy el gran autor infravalorado de Argentina y

abarco un territorio generoso de países y personas, a la sombra de los mitos argentinos, de los Allman Brothers y de Ismael Rivera”, me dijiste.

—Verdad, me conformo con el afecto del pueblo que aprecia y agradece haber cantado; y con el aprecio que tengo en ámbitos académicos. Consisten en algo más poderoso que críticas u opiniones. Estoy bendecido por el valor insólito que me dan las gentes, los intelectuales, mis amigos, los otros músicos, los toreros y trabajadores. Luego, no es que importe demasiado el respeto, pero lo valoro bastante, especialmente el de sectores populares y académicos.

—Ya que mencioné la experiencia con C. Tangana, en esta gira has interpretado una versión de “Hong Kong” que se engancha con “Nowhere Man”. ¿Cómo surge ese puente entre canciones? ¿Qué tanto de esa canción de The Beatles refleja tu vida?

—Son cosas que se nos ocurren en los ensayos y las pruebas de sonido, algo normal en las giras desde el siglo pasado. Soy menos “Nowhere Man” que antes… Intentando sentar cabeza, aprecio que alguien me espere cuando vuelvo de viaje. Una o más personas. Against all odds (NDR: “Contra todo pronóstico”, en referencia a la canción de Phil Collins).

—El 21 de octubre se publica una edición expandida de Honestidad

“No soy el misántropo irremediable que creía ser; soy un hombre de familia recuperado”.

“No sé quién dijo que los uruguayos eran ‘más amargos que el mate’. Suena a elogio”.

Brutal. Para un artista que no suele reescuchar sus discos, ¿cómo fue la experiencia de reencontrarte con ese material? ¿Qué recordás de esa etapa en la que estabas inmerso en tu propio Blood on The Tracks, de Bob Dylan?

—Tengo una memoria bastante buena pero selectiva: memoria que elige de qué olvidarse sin consultarme. Es verdad que nunca escucho mis discos pero creo que ningún músico/artista soporta escucharse. Esperé siglos antes de decidirme a escuchar las grabaciones “inéditas y alternativas” del Honestidad Brutal porque son muchas; grabamos nueve meses, cien o más canciones sin incluir versiones o instrumentales. Tampoco fue una experiencia abominable, el pudor resistió las escuchas y lo disfrutamos. Ricky Falker y David Bonilla colaboraron en curar entre cientos de grabaciones, descartes, nunca editadas, mezclas alternativas y maquetas infames; luego seguimos eligiendo con Germán Wiedemer en Buenos Aires y resumimos en 45 tracks para tres CD. El año pasado publicamos Versión Original para el Record Store Day (la primer semana de grabaciones y las mezclas en otoño de 1998), Joe Blaney editó el disco de 2021 para prensar tres long play, prepararon el máster en Sterling Nashville y editamos HB por prime

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2022-10-02T07:00:00.0000000Z

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