El Pais Uruguay

Cambiar la pisada

En las últimas semanas, el Frente Amplio con mezquindad y desprecio institucional ha logrado pararse en el centro del ring, para utilizar la metáfora empleada hace poco por el expresidente Julio Sanguinetti. Con recursos arteros, por cierto, mintiendo descaradamente sobre algunos temas, como hicieron en la campaña electoral pasada y en la más reciente sobre la ley de urgencia, y aprovechando torpezas de la Coalición Republicana, el Frente Amplio ha pasado a la ofensiva de manera frontal.

Es evidente que el episodio central ha sido el llamado “caso Astesiano” que poco a poco parece diluirse en el pretendido escándalo mediático armado por medios al servicio del Frente Amplio, incluyendo el canal de la Intendencia de Montevideo y la radio propiedad del MPP, así como directores de noticieros que destilan su veneno y resentimiento desde cuentas truchas, como es fácil de verificar.

A esta altura, parece claro que Astesiano era un charlatán que decía tener acceso a información que no tenía, que intentaba vender lo que no poseía y que haber dado por bueno sus famosos chats, filtrados con ritmo fílmico por el Frente Amplio y sus amigos, cada vez suena más a un delirio. Es que intentando pasar en limpio el caso lo que encontramos es una asociación para delinquir que venía actuando desde el gobierno anterior en el tema de los pasaportes y que Astesiano sería parte de esta banda, todo lo demás es humo.

Incluso el pretendido caso de espionaje contra los senadores Bergara y Carrera viene quedando claro que es totalmente ridículo. Diga lo que digan los chats, todo parece indicar que nunca accedió a ninguna información y que simplemente, como en otros casos, vendía lo que no tenía.

Recuérdese la acusación de que coordinó una reunión con autoridades de Emiratos Árabes que se demostró fehacientemente que era mentira. Un medio frentista que viene haciendo una intensa campaña desestabilizadora le dedicó un titular mentiroso y grotesco por el que nunca pidió disculpas, y así sigue y sigue la campaña orquestada por una oposición desquiciada.

Lo cierto es que cuando la fiscal del caso citó a Bergara y Carrera por el presunto caso que los involucra ninguno de los dos entendió necesario comparecer a la convocatoria. Evidentemente tan preocupados por el tema no están, pero si se molestaron en armar un circo en el Parlamento para denunciar un caso que no existe.

Otro capítulo merecería la enorme torpeza de la Coalición de gobierno accediendo a participar de ese espectáculo ridículo en la casa de la democracia, demostrando que al menos algunos de sus dirigentes no entienden a lo que el país se está enfrentando.

Es tiempo de cambiar la pisada, en particular respecto del macabro juego frentista de apostar a la desestabilización del país —con pedido de renuncia presidencial incluida por parte del ex jefe de campaña frentista Esteban Valenti y declaración de crisis institucional de Alejandro Sánchez— y pasar a la ofensiva nuevamente. La semana pasada, la justicia archivó la denuncia del Frente Amplio por el caso Katoen Natie y no se enteró nadie, gracias al circo montado por la oposición.

Es muy claro que existe una estrategia coordinada, basada en la mentira y la falte de preocupación por las instituciones que debe combatirse sin más demora.

La verdadera grieta que existe hoy en este país es entre los que tienen la camiseta uruguaya puesta, y los que solo quieren volver al poder para medrar con el Estado.

Las fuerzas democráticas del país, los medios independientes y la ciudadanía en general deben reaccionar frente al intento de desestabilizar del Frente Amplio, el Pit-cnt y la caterva de aliados sociales y mediáticos que los secundan.

La Coalición Republicana debe dejar de bailar al ritmo que le marca la oposición. Debe salir a mostrar los múltiples logros del gobierno, a mostrar la duplicidad de los dirigentes frentistas y sus mentiras en la campaña contra la ley de urgencia y, en especial, debe plantar cara en el debate de ideas. El Uruguay se debate entre una Coalición Republicana que defiende la República, la democracia, el Estado de Derecho y la libertad de todas las personas y una oposición que no mide consecuencias para el país a la hora de golpear al gobierno. La verdadera grieta es entre los que tienen la camiseta uruguaya y los que solo quieren volver al poder para volver a medrar con el Estado. Si el costo del regreso es la estabilidad institucional no les importa un rábano. Es tiempo de dejar de ser ingenuos y poner las bardas en remojo antes de que sea demasiado tarde y nos encontremos con un gobierno totalitario que llega a través de las urnas después de haber destruido las instituciones.

EDITORIAL

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2022-12-07T08:00:00.0000000Z

2022-12-07T08:00:00.0000000Z

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