■■ Las violentas protestas en Francia contra la reforma jubilatoria obligaron ayer viernes a aplazar una visita del rey británico Carlos III, a pedido del presidente Emmanuel Macron.

“No seríamos serios y pecaríamos de falta de sentido común, si propusiéramos al rey y a la reina consorte (Camila) venir para una visita de Estado en medio de las manifestaciones”, dijo Macron en Bruselas, al término de una cumbre de la Unión Europea.

Tras una conversación en la mañana entre ambos jefes de Estado, tomaron la decisión de aplazar la visita que estaba prevista de domingo a miércoles y que, según Macron, podría tener lugar a “comienzos del verano” europeo.

Carlos III mantuvo no obstante su ida a Alemania, que

se convertirá así en el destino de su primer viaje como rey.

La convocatoria por los sindicatos de nuevas protestas el próximo martes provocó la anulación de esta visita, máxime cuando la movilización del jueves dejó imágenes de violencia y disturbios en todo el país.

Manifestantes radicales incendiaron el acceso a la alcaldía de Burdeos, ciudad que Carlos III y Camila debían visitar el martes. Un homenaje en el Arco del Triunfo de París y una cena en el Palacio de Versalles completaban la agenda.

La oposición reaccionó rápidamente al anuncio. El derechista Éric Ciotti lamentó que el gobierno “no sea capaz de garantizar la seguridad de un jefe de Estado” y el líder izquierdista Jean-luc Mélenchon celebró que la “censura popular” acabara con “la cena de reyes en Versalles”.

Macron enfrenta desde enero una fuerte oposición a su plan de retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y de adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años, en lugar de 42, para cobrar una pensión completa.

Tras semanas de masivas manifestaciones pacíficas, las protestas se endurecieron el 16 de marzo, cuando el presidente anunció su decisión de adoptar por decreto la reforma, ante el temor de perder la votación en el Parlamento.

Desde entonces, cientos de personas, en su mayoría jóvenes, recorren por la noche las calles de París y otras ciudades quemando contenedores de basura y palés a su paso, en enfrentamientos con la policía.

Una entrevista de Macron el miércoles, en la que dijo “asumir” la “impopularidad” de su reforma y cargó contra la oposición, los sindicatos y los “sediciosos” manifestantes radicales, acabó de caldear los ánimos.

Un total de 457 personas fueron detenidas y 441 policías y gendarmes resultaron heridos el jueves, en protestas marcadas por “escenas de caos” en Rennes, cañones de agua en Lille y Toulouse y saqueos en París.

Desde Bruselas, Macron condenó esos actos y dijo que “no cederá a la violencia”. Sin embargo, las autoridades están en el punto de mira por un “uso excesivo de la fuerza” contra las manifestantes, como denunció ayer viernes el Consejo de Europa.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció que se investigan once casos de presunta violencia policial.

Para evitar un “drama” y salir de la crisis social, el líder de la CFDT —el principal sindicato—, Laurent Berger, propuso a Macron “un tiempo de escucha, de diálogo y de poner en pausa la reforma de las pensiones” durante seis meses. El mandatario rechazó cualquier “pausa”, afirmando que la reforma debe seguir.