El Pais Uruguay

MILEI O MASSA

Argentina en vilo; la región y el mundo, expectantes

DELFINA MILDER Enviada a Buenos Aires EL PAÍS EN LAS ELECCIONES ARGENTINAS

■■ Argentina enfrenta hoy un balotaje por segunda vez en su historia. Después de un proceso electoral largo, con una campaña agresiva como no se veía desde hace décadas, llega la hora de tomar la decisión última: Sergio Massa o Javier Milei. Nunca hubo tanta conciencia de que se está ante un momento histórico. Lo dicen los que votan a uno y al otro. Para los seguidores del líder de La Libertad Avanza, el libertario tiene la llave para “hacer a Argentina grande otra vez”. Por el otro lado, Massa insiste en ser el representante del “fin de la grieta”. En los comicios del 22 de octubre Massa obtuvo un sorpresivo 36,68% y Milei le siguió con el 29,98%. Más atrás quedaron Patricia Bullrich con el 23,83%; Juan Schiaretti con el 6,78%; y Myriam Bregman, de Frente de Izquierda, con 2,7%. Entre las más de 10 encuestas difundidas de cara a las generales, solo la de la consultora Atlas Intel acertó el escenario Massamilei.

El resto le daba una ventaja significativa al libertario. Ahora, Atlas Intel da como ganador a Milei con el 48,6% mientras que Massa cosecharía el 44,6%. La mayoría anticipa un resultado reñido, muchas de ellas con una diferencia menor al 2%, que entra en el margen de error.

Llegó el día. Argentina se enfrenta, por segunda vez en su historia, a un balotaje que definirá si prevalece un peronismo desgastado o si se le abre la puerta a lo impredecible. Después de un proceso electoral largo, con una campaña agresiva como no se veía desde hacía décadas, es hora de tomar la decisión última: Sergio Massa o Javier Milei.

Nunca hubo tanta conciencia de que se está ante un momento histórico. Lo dicen los que votan a uno y al otro. Para los seguidores del líder de La Libertad Avanza, el libertario tiene la llave para “hacer a Argentina grande otra vez”, a lo Donald Trump. Volver a una Argentina de finales del siglo XIX, pujante, la más rica del mundo; una potencia mundial que no conocieron y que Milei, “experto en crecimiento económico con y sin dinero” —tal como se presentó en los debates—, promete mostrarles. Por el otro lado, Massa insiste en ser el representante del “fin de la grieta”. Sus partidarios llevan la elección al diálogo versus el autoritarismo, la concordia versus la violencia; el amor versus el odio. En pocas palabras, la democracia y el peligro de perderla.

El peronista llega con ventaja a las urnas. En los comicios del 22 de octubre obtuvo un sorpresivo 36,68%; Milei le siguió con el 29,98%. Más atrás quedaron los ahora excandidatos: Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, con el 23,83%; Juan Schiaretti, Hacemos por nuestro país, con el 6,78% y Myriam Bregman, de Frente de Izquierda, con 2,70%.

Entre las más de 10 encuestas difundidas de cara a las generales, solo la de la consultora Atlas Intel acertó el escenario Massa-milei. El resto le daba una significativa ventaja al libertario. Y si vamos más atrás en el tiempo, no hubo una sola que predijera “el cisne negro” que representó Milei en el tablero político.

Ahora, Atlas Intel da como ganador del balotaje a Milei con el 48,6% mientras que Massa cosecharía el 44,6% de los votos. La mayoría anticipa un resultado reñido; muchas de ellas con una diferencia menor al 2%, que entra en el margen de error. La de Zubán Córdoba, por ejemplo, le otorga un 48,9% de intención de voto a Milei y 49,6% a Massa. Pero otras mediciones, como la de la Universidad de San Andrés, pronostica una brecha de hasta 6%: 40% a Milei y 34% a Massa.

VOTO HUÉRFANO. El último —y único— antecedente de balotaje fue el que protagonizaron Mauricio Macri y Daniel Scioli en 2015. En aquellas elecciones, Massa se presentó como peronista disidente con el partido que creó, Frente Renovador, que en 2019 terminó reintegrándose al Frente de Todos. Fue con este frente que Alberto Fernández ganó en 2019.

Este año, para alejarse de su herencia, la fuerza política fue rebautizada como Unión por la Patria. Con un 81,07% de participación, Scioli ganó la primera vuelta, gracias al 37,08% de apoyos, por delante de Macri (34,15%) y de Massa (21,39%). Hoy, la oposición tiene muy presente ese resultado, porque pasó lo contrario a lo que se esperaba.

En el balotaje, una parte importante de los 5,4 millones de votos de los desencantados del kirchnerismo se fueron para Cambiemos —hoy Juntos por el Cambio— y Macri terminó siendo presidente tras ganar la segunda vuelta con el 51,34 %,

Tras las generales, Scioli lo aventajaba con casi el 3%. Ahora, el oficialismo corre con una ventaja de casi 6 puntos sobre la oposición. El misterio más grande, y la llave a la Casa Rosada, está en los votos huérfanos, que suman 8.761.399 en todo el país.

Una encuesta que circula en la dirigencia del Pro, dice que un 87% de los votos de la exministra de Seguridad irían a parar al libertario. Con eso sería más que suficiente. Es lo lógico: los votos que tendían a la derecha se irían más a la derecha; lo mismo del otro lado. Sin embargo, nada es tan lineal en los hechos. Y mucho, pero mucho menos, en Argentina.

LA AMBICIÓN. Es el ministro de una economía hundida. El candidato del 143,7% de inflación interanual. Una suerte de presidente en funciones en un país sumido en la pobreza. Un candidato al que votaron millones y millones de argentinos. Massa es todo lo que nadie se explica. Sin embargo, es. Abogado de profesión, asumió la cartera de Economía en medio de la tempestad, luego de las abruptas renuncias de sus predecesores Silvina Batakis y Martín Guzmán. Se transformó en el “superministro”, otro mojón en una vida entera dedicada a la función pública. Liberal en su juventud —llegó a militar en la UCEDÉ—, su ambición lo llevó a ser el jefe de Gabinete de Cristina Kirchner.

En 2015 rompió con el kirchnerismo, después volvió y hoy promete un gobierno de unidad. Su eventual ministro de Economía sería de otro partido; también quien esté al frente de la oficina anticorrupción, prometió.

Hay una frase, atribuida a Néstor (Kirchner), que hoy suena como profecía. Le dijo: “Vos vas a llegar, porque tenés ambición, amigos con plata y, sobre todo, porque sos un hijo de puta”.

LO NUEVO. El loco, el que clonó a los perros, el que no tiene hijos, el irascible, el violento. Pero también, el que promete arrasar con la corrupción de la “casta política” y sacar del barro de la pobreza a millones de argentinos.

El país —y el mundo— se preguntaron hasta el hartazgo cómo fue que Milei llegó adonde llegó. Habrá explicaciones sociológicas, pero las de la calle, estos dos últimos meses, son: “promete algo distinto”, “va a terminar con los planeros”. En los últimos días, apareció otra. “Lo voy a votar porque este país tiene que explotar y hacerse de nuevo”, dijo ayer un joven en un bar porteño. Dos días antes, en el último acto de Milei en Buenos Aires, una mujer de 35 años había esgrimido, ante la consulta de El País, el argumento de su voto: “Con Massa también se va a ir todo al carajo, pero vamos a sufrir más tiempo”.

Desde el 22 de octubre hasta ahora, Milei bajó el perfil con el que había conquistado a los jóvenes. Después de la alianza con Macri y Bullrich, el candidato se mostró más medido, a la caza de los votos de centro.

No hubo más motosierra, no más dólares gigantes. Abandonó el raid mediático y designó algunos pocos delegados para hablar en nombre del partido. Eso sí, su buque insignia —y la propuesta que más sonó en toda la campaña— no se negocia: la dolarización y el cierre del Banco Central.

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2023-11-19T08:00:00.0000000Z

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