El Pais Uruguay

La muerte de Cacho Fontana

Una de las grandes figuras de los medios argentinos, murió a los 90

La voz porteña cuya fama cruzó el Río de la Plata.

Para los uruguayos Jorge “Cacho” Fontana era, quizás, más una figura que una voz. Locutor, conductor y figura de la farándula, sus aventuras y desventuras poblaban aquellas Antena, Radiolandia, Gente o Siete Días, las revistas del corazón que mandaban en el espectáculo argentino en las décadas de 1960 y 1970.

Fontana, quien falleció ayer a los 90 años después de varios meses de quebrantos de salud, era un hombre de radio que marcó con su voz y su elegancia toda su época. En su mejor momento, fue uno de los nombres más importantes de su generación, aunque el final de su carrera estuvo lejos de aquellos brillos.

Murió dos días después que Liliana Caldini, la exmodelo con quien tuvo dos hijas. Su vida amorosa fue siempre de perfil alto y, en algunos casos, con finales escandalosos. Allí está la razón de su lenta desaparición de los medios, aunque su prestigio y su calidad de pionero lo mantuvieron en el imaginario colectivo.

A eso ayudaron los varios éxitos que tuvo a lo largo de su carrera tanto en radio como televisión. Llegó a los medios en 1949.

De aspecto, tonada y figuras bien porteños, “Cacho” Fontana había nacido en Buenos Aires — dónde más— en abril de 1932 como Norberto Palese. Sus primeros trabajos fueron como maestro de ceremonias de lugares nocturnos a fines de la década de 1940.

Desde 1950 pasó por todas las radios argentinas importantes aunque se lo asocia más con Rivadavia, la emisora para la que condujo Fontana Show, uno de sus grandes éxitos que también trasladaría a la televisión. Integró el equipo que cubrió para la radio, el mundial de fútbol de 1966 junto a

José María Muñoz y Enzo Ardigó, uno de los grandes equipos del periodismo deportivo.

Infobae ejemplificaba la trascendencia de Fontana: “Si se le pide a un millón de argentinos, mayores de 40 años, que cierren sus ojos y escuchen un ‘con seguridad’ (uno de sus latiguillos), dirán sin que nadie se los diga: es la voz de Cacho Fontana”.

Ese “con seguridad”, lo creó para Odol pregunta, un programa de preguntas y respuestas que aún es uno de los grandes hitos de la televisión argentina. Junto a Pinky, su gran amiga, inauguró la televisión color en la vecina orilla. Con ella también se encargaron de la telemaratón televisiva cuando la guerra de las Malvinas.

Para los argentinos, además, es la voz más reconocible de la publicidad argentina con cientos de productos vendidos con su tono de locutor clásico y dueño de una vocalización única.

“Yo siempre me creí Palese, pero viví de Fontana”, dijo alguna vez y lo recordó ayer La Nacion. “Cuando empecé en los escenarios, otra compañera de la empresa de transportes que tenía un pariente imprentero dijo que me iba a bautizar. Un día trajo cien tarjetas con el nombre de Jorge Fontana y nunca supe si se le había ocurrido a ella o eran de un cliente que nunca las retiró. Lo de Cacho vino después. Me bautizó así Miguel Coronato Paz, que fue libretista de Luis Sandrini”.

Fontana acumuló a lo largo de su vida varios traspiés afectivos muy fuertes. Cuando ya era una figura reconocida dejó a su primera esposa, Dora Palma (con quien tuvo una hija llamada Estela Nieves) para unirse sentimentalmente a la cantante y actriz Beba Bidart. Estuvieron juntos 12 años. Volvió a hacer ruido en la prensa más indiscreta cuando dejó a Bidart no de la mejor forma para formar una nueva pareja, ya maduro, con la bella modelo Liliana Caldini, 20 años menor. De esa unión (que también duró 12 años) nacieron las mellizas Ludmila y Antonella. Esta última fue la que estuvo más cerca de su padre en los últimos tramos de su vida.

La separación entre Fontana y Caldini, explicada desde la “incompatibilidad de caracteres”, también hizo en su momento muchísimo ruido. Y muchos años después trascendió una supuesta relación amorosa con Nancy Herrera, cuando ella era pareja de Alberto

Olmedo, vínculo al que Fontana siempre aludió en forma ambigua. Tras ese episodio Olmedo, quien fuera uno de sus mejores amigos nunca volvió a hablarle.

En 1989, la modelo y actriz Marcela Tiraboschi lo acusó de lastimarla y forzarla a consumir cocaína en un departamento del barrio de la Recoleta. El caso llegó a la Justicia y tuvo un tratamiento resonante en los medios. Enfrentó un procesamiento porque el fiscal de la causa afirmó que las lesiones existieron y además se le aplicó la Ley de Drogas vigente. En 1992 logró el sobreseimiento definitivo, pero el castigo popular resultó más prolongado.

Para muchos todavía resulta inexplicable cómo una de las figuras más importantes de la historia de la radio y la televisión en la Argentina, dueño de una voz excepcional de la que se valió para imponer un estilo que hasta hoy sigue imitándose, cayó en un camino autodestructivo que casi termina por completo con la fama, el prestigio y el dinero que obtuvo a raudales por méritos propios”, dijo en su obituario para La Nación, Marcelo Stiletano.

Un final triste para una figura que dio tantos buenos momentos a más de una generación.

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2022-07-06T07:00:00.0000000Z

2022-07-06T07:00:00.0000000Z

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