Miguel Castro | Montevideo

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Hemos convivido mucho tiempo con el relato de la “gran sociedad” que somos, y pienso que esto es sólo un cuento para darse autobombo. Habría innumerables ejemplos que me hacen asegurarlo, pero me voy a limitar a uno solo: la presencia de los perros en la playa.

Es vergonzoso cómo gran cantidad de ciudadanos “de bien” priorizan a sus mascotas por sobre las demás personas, sabiendo que es una práctica prohibida (salvo alguna excepción) y además, no a todos nos gusta que el perro del vecino de sombrilla nos venga a husmear, hacer sus necesidades cerca de nosotros o compartir el agua.

Huelga decir que las autoridades han desaparecido de las playas, lo que ha provocado la liberación de dicho espacio.

Ojalá se corrija esta situación y reflexionemos que vivir en sociedad es intentar hacer lo que me plazca dentro de las normas que, como sociedad, nos hemos fijado.