El Pais Uruguay

Una vida y un sueño entre Chopin y el Ballet Nacional

NICOLÁS LAUBER

Es posiblemente el momento más inoportuno para hacer una entrevista: el instante antes del ensayo general de la Gala de Ballet, la prueba de fuego antes del estreno. Sin embargo, Marina Sánchez se hace un momento para conversar con El País de su recorrido y, sobre todo, de su última creación.

Eso, “Sen Chopina”, es la mitad del espectáculo que el Ballet Nacional del Sodre estrenará hoy, a las 20:00, en el Auditorio Nacional Adela Reta. La velada se completa con “Minus 16”, del reconocido coreógrafo israelí Ohan Naharin; las funciones irán hasta el 3 de julio, de martes a domingos, y las entradas están en Tickantel. La del 30 de junio será para celebrar los 90 años de la Comunidad Israelita Sefaradí en el país.

Sánchez creó “Sen Chopina” sobre una música fundamental en su vida: la de Chopin en el ballet Las

Sílfides, el primero que interpretó cuando se integró a las filas del Ballet del Sodre, y el que protagonizó una vez convertida en solista.

Es que la historia de Sánchez, que es coreógrafa y exbailarina y actual asistente de dirección de María Noel Riccetto en el BNS, está atravesada por la compañía nacional y por la figura de la propia Riccetto.

Marina y María se conocieron a los 10 años, cuando audicionaron para la Escuela Nacional de Danza.

Allí estudiaron esos ocho años juntas y se recibieron en simultáneo con Javier Pérez, con quien en 1996 entraron como extras al BNS.

Fue totalmente inesperado, dice, porque aún seguían en la Escuela. “Queríamos presentarnos para saber cómo es hacer una audición. Teníamos 16 años; mi madre no podía creer cuando nos aceptaron”, recuerda.

En 1998, cuando Riccetto se fue a Estados Unidos por una beca y Pérez fue llamado para el Carolina Ballet que se estaba formando, Sánchez entró al Ballet Nacional del Sodre; fue ascendida a solista en 2006 y ocupó ese rol hasta su retiro. “Tanto María como Javier fueron prodigios de la danza”, asegura. “Yo tenía que esforzarme un poco más”.

DE INTERPRETAR A CREAR. Sánchez explica que cuando un bailarín se acerca a los 30 años, comienza a entender que en poco tiempo su carrera sobre los escenarios va a terminar. “Hay mucha gente que sigue bailando”, admite, “pero lo que es ballet clásico a nivel profesional, con la carga de horarios y funciones, no lo podés hacer”.

Tenía 35 años cuando, en 2014 y* con Julio Bocca en la dirección del BNS, participó de un workshop pensado para bailarines que quisieran prepararse como coreógrafos.

“Y ahí descubrí un lado creativo que me gustó mucho”, dice. “Me gustó el hacer una historia, crear pasos, movimientos, mirar a los bailarines y ver qué les podía quedar bien. Ahí empezó este viaje de coreógrafa”.

Se enamoró de esa faceta suya y de ese taller surgió Zitarrosa en todos, que estrenó en 2014 con el BNS y que marcó su debut en este nuevo rol, en un intento por fusionar el mundo del folclore y lo gaucho con la danza y el ballet.

Tres años más tarde, Julio Bocca la convocó como coreógrafa y, en medio de una reunión, le dijo que quería “algo nuevo”. “Hubo llanto y angustia pensando en qué iba a hacer”, confiesa. “Fue un desafío, y uno tiene que jugársela”.

Entonces aprovechó el centenario de “La Cumparsita” para elegir tangos, de los más viejos a los modernos. “Construí la historia de un bar, fusionando la danza con el tango y el encuentro entre las diferentes personas, y así surgió Encuentros”, dice.

De ahí en más, no paró de aportar: hizo coreografías para diversas puestas, incluyendo la ambiciosa La

Tregua, adaptación del BNS de la novela de Mario Benedetti. Haciendo la transición entre el libro y la danza, pensó en las nueve escenas que quería usar y así aparecieron los dos personajes que no están en el libro pero sí en la puesta, Tedio y Azar.

Fue su último espectáculo coreográfico. Ahora llega “Sen Chopina”.

UN SUEÑO. Un día, en los pasillos del Auditorio y junto al pianista de la compañía, Esteban Urtiaga, imaginaron un nuevo ballet con la música de Las Sílfides. Sánchez no lo visualizó con la versión orquestada del ballet, sino con la original de Chopin, tocada por Urtiaga en escena.

Aquella fantasía comenzó a cambiar de forma cuando Riccetto le dijo que buscaba un contraste para la gala que iba a incluir a “Minus 16”, y le preguntó si no tenía ningún proyecto nuevo. Entonces “Sen Chopina” comenzó a tomar forma.

Lo que se verá desde hoy en el Sodre será una mujer que está en un concierto de piano, en el cual hay una pintura. En un momento decide subir al escenario y desde entonces todo se vuelve “como un ensueño”. “Pero no es el sueño de Chopin, el pianista, sino el de una mujer que sueña mientras escucha su música, o mira una obra de arte”, aclara la coreógrafa justo antes del ensayo.

Para Sánchez, hacer un ballet abstracto como este fue salir por completo de su zona de confort: “Siempre hice ballets con argumento y acá no lo hay. Comienza así, pero los restantes minutos son a interpretación de cada espectador”. Desde hoy habrá tantas lecturas como miradas.

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2022-06-23T07:00:00.0000000Z

2022-06-23T07:00:00.0000000Z

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