El Pais Uruguay

El guitarrista que lo puede todo pero solo busca lo esencial

RODRIGO GUERRA

Luis Salinas vive al servicio de la música. Lo menciona en varias ocasiones a lo largo de su entrevista con El País, pero cada vez encuentra una definición más certera de su postura. “No hay músico más importante que la música”, comenta sobre el final de este diálogo telefónico. “El ego mata al genio; lo más importante es saber disfrutar, tocar con el otro y escuchar. Es como esta charla: si vos no me escuchás y yo no te escucho, no llegamos a ningún lado”.

Y si se trata de escuchar, el guitarrista argentino es un experto en el tema. Conoce todas las herramientas necesarias para ofrecer un solo repleto de notas interpretadas a una velocidad frenética y despertar la ovación del público, pero Salinas siempre prefirió apostar por la emoción antes que por el aplauso fácil. “Cuando un músico hace un solo o frasea una melodía sin partitura queda muy expuesto”, asegura. “Ahí ves cómo es realmente la persona: si es egoísta, si es competitiva o si escucha al otro. Mi vieja siempre decía lo mismo: ‘primero está la persona y luego lo que hagas o lo que seas. Eso es fundamental”.

Luego, brinda un consejo musical que aplica a cualquier melómano que jamás tocó un instrumento o, si nos ponemos más profundos, a cualquier actividad colectiva. “Después de un solo no se termina el mundo. No es para que te aplaudan y que después los otros se arreglen como puedan. Lo importante es saber acompañar al otro y darle paso”.

La excusa de este diálogo con Salinas es el recital que presentará mañana en La Trastienda. A las 21.00, se reencontrará con el público montevideano para ofrecer un recital junto a su hijo Juan —con quien grabó el interesantísimo álbum doble El Tren: solo Salinas— y al baterista uruguayo Martín Ibarbubru. También habrá invitados, pero el argentino prefiere no revelar sus nombres ni dar detalles; quiere mantener la sorpresa.

Pero al que sí le dedica unas palabras es a Ibarburu, con quien ya se ha presentado en unos cuantos escenarios. “Es uno de los músicos más grandes con lo que he tocado y una de las personas que más quiero. Es alguien armonizador: cuando él llega sabés que va a estar todo bien porque siempre busca que la música suene de acuerdo al músico que lo rodea. Es una cosa maravillosa”, describe. “Y como él es tan abierto, las cosas pueden salir para un montón de lugares: candombe, salsa, música brasileña y argentina, funk y jazz”.

Esa amplitud de inquietudes musicales es la que define la obra del guitarrista nacido en la localidad de Monte Grande, ubicado en el sur de Buenos Aires. Tocó con B.B. King y Paco De Lucía, grabó con Luis Alberto Spinetta —“Y aparece tu piel”, del disco Sin tiempo, rankea entre lo mejor de su discografía— y Tomatito, y se embarcó en varios proyectos dedicados a rescatar y revitalizar al repertorio de la vecina orilla. El ejemplo más representantivo es el de Clásicos de música argentina y algo más (2007), un excelente disco quíntuple en el que se anima a reimagina a 74 composiciones históricas del tango y el folklore.

El argentino tocó con B.B. King, Paco De Lucía, Tomatito, Luis Alberto Spinetta y otras leyendas.

“Es muy difícil para mí explicar la libertad artística”, advierte. “Yo soy una consecuencia de lo que escuchaba desde chico. Empecé tocando chamamé a los 6 años y, años más tarde, iba a peñas de folklore, escuchaba tango y me iba algún lugarcito de jazz”. Su ADN musical también incluye discos de rock sinfónico y unas cuantas tardes escuchando discos de Joe Pass y Django Reinhardt para alimentarse de sus enseñanzas.

“Aprendí orejeando y con intuición, siempre tratando de ir a lo esencial de cada música”, menciona el artista que se puede mover con comodidad entre el funky jazzero de “Funky en Si menor” (Ahí va, 2000) y un enganche de dos clásicos de la música popular brasileña como “Eu Sei Que Vou Te Amar/se Todos Fossem Iguais A Você” (El Tren: solo guitarra, 2016). “Tuve el regalo de haber tocado con una lista muy grande artistas esenciales, y son ellos los que te autorizan a tocar cada género”, asegura.

Y, al hacer un repaso al camino recorrido, se toma un momento para hacer un balance de lo que logró en todos estos años. “A veces uno piensa en cómo se realiza en la vida, y para mí no tiene nada que ver con la parte económica o si me hice famoso”, dice, antes de tomar una pausa para elegir las palabras justas. “Como yo amo tanto la música, Dios me regaló cosas que tienen que ver con eso; soy una persona muy agradecida y me siento millonario por todas las cosas que me han sucedido”.

Esa visión ante la vida, dice, se amplificó luego de haber atravesado la etapa más difícil de la pandemia. “Tuve el virus, estuve muy mal”, reve-* la el artista de 65 años. “Si zafé fue porque Dios dijo que todavía no era el momento de irme... entonces, vivo la vida de otra manera. Disfruto más la cosa y creo que todo esto que nos pasó hizo que nos replanteáramos con quiénes estamos; se redujo el círculo pero se puso muy fuerte”.

Y en ese círculo destaca la presencia de su hijo Juan, de 22 años, con quien se presenta hace tiempo y que tocará mañana en La Trastienda. “Es difícil explicar la emoción de tocar con tu hijo”, asegura. “Lo que uno quiere es que su hijo sea sano y feliz, y si todavía elige tocar contigo es un regalo de Dios”.

Además de lo que representa volver a Uruguay con Juan, el argentino está entusiasmado por este reencuentro con el público local. “La pandemia fue muy difícil porque yo vivo la música y cuando más me siento realizado es cuando toco en vivo con la gente. Fue muy duro no poder hacer lo tuyo”, relata. “Pero eso hizo que ahora viva de otra manera mis conciertos”.

Sobre el concierto de mañana, para el que aún quedan entradas a la venta en Abitab, comenta: “Vamos a dar todo lo que tenemos para generar un momento único e irrepetible. Los músicos estamos en el mundo para disfrutar y hacer disfrutar. Y si lo logramos, todo tiene sentido”.

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2022-09-22T07:00:00.0000000Z

2022-09-22T07:00:00.0000000Z

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