El Pais Uruguay

La banalidad del mal

Dr. Francisco E. Estevez Carrizo | Montevideo

@| Los musulmanes en Europa han sido recibidos como inmigrantes regulares, como inmigrantes ilegales, como refugiados, etc. Se les ha brindado abundante hospitalidad y planes sociales que los ayudan a implantarse en la nueva sociedad. Sin embargo los inmigrantes, particularmente los jóvenes, desdeñan el talante multicultural que ha predominado en muchos países de la UE y raramente se integran a las nuevas condiciones socioculturales del país que los acoge. Seguramente muchos europeos avizoraron que estas colectividades con una cultura y una religión enfrentada a la idiosincrasia occidental y con un crecimiento demográfico varias veces superior al de los europeos, tarde o temprano se iban a convertir en un problema.

Y de pronto ocurrió la masacre de judíos del 7 de octubre. Esta fue un crimen de lesa humanidad como no se veía desde el Holocausto. Como ya se ha dicho, habrá un antes y un después del 7/10, de igual manera que hubo un antes y un después del Holocausto el siglo pasado o de las Torres Gemelas en este siglo.

Sin duda aquel fue el mayor crimen de la historia moderna, no sólo por el número de víctimas sino, como lo ha dejado pormenorizadamente descrito Hannah Arendt en su libro “Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal”, por la organización a gran escala, despersonalizada, fría y eficiente con que se puso a funcionar la máquina del “Juden Vernichtung”. Un enorme esfuerzo humano, tecnología de punta y una organización diabólica al servicio del mal: recolección, transporte, sanitización, alojamiento, trabajo forzado, asesinato en masa y posterior disposición de los cientos de miles de cadáveres.

Pero la masacre del 7/10 fue algo distinto a aquello. En primer lugar porque, frente a los 6.000.000 de judíos de la Shoah, el número frío de víctimas fue insignificante. Además aquí no existieron funcionarios como Eichmann que cumplían con sus órdenes al pie de la letra y se enorgullecían de ser eficientes en la tarea asignada por el Reich. Todo lo contrario, esta insania de Hamás fue hecha con brutal saña, cuerpo a cuerpo con sus víctimas viendo los miembros lacerados y oliendo la sangre que brotaba de esos cuerpos talados.

Se comportaron como una manada de perros salvajes sedientos de sangre cometiendo atrocidades inconfesables que encarnan el mal en el estado más puro. La maldad es la misma que en la Shoah, pero la forma de ejecutarla fue radicalmente distinta (Eichmann nunca se manchó las manos de sangre). Cada acribillado o mutilado o quemado vivo produjo una enorme sensación de orgullo y sentido de cumplimiento de un mandato trascendente en las mentes febriles de los terroristas. Quizás por eso nos cuesta tanto entenderlo.

Existe un relato antisemita que pervive en ciertos sectores de nuestros pueblos. Hoy día ese antisemitismo se mimetiza como una sensibilidad “antisionista” en la intelectualidad progre, que se resume en dos conceptos: 1) el enemigo es la nomenklatura plutocrática judía que, entre otras cosas gobierna el Estado de Israel y, 2) que Hamás no representa al pueblo palestino.

Veamos, lo del sionismo es una teoría conspirativa que en definitiva no tiene ningún sustento fáctico y en todo caso, ¿los judíos no tienen derecho a un Estado en las tierras que habitaron por miles de años? Pero además, los palestinos matan judíos comunes y corrientes. Es curioso que ninguno de estos “antisionistas” menciona que la constitución de Hamás establece la aniquilación del Estado de Israel.

En el segundo caso, es menester aclarar que la mayoría de los palestinos en Gaza apoyan a Hamás (aunque los usen como escudo humano). Y un porcentaje importante los apoya en Judea y Samaria (“Cisjordania”). ¿No saben esto los “pacifistas” que reclaman el diálogo para llegar a la solución de los dos Estados? Hay mucha hipocresía en los pro-palestinos que piden un imposible a sabiendas que nunca se cumplirá.

Por último, a pesar de las advertencias del Secretario General de la ONU en favor de un alto al fuego, Israel tiene el derecho, dado por el genocidio perpetrado por los nazis y 75 años de hostigamiento sangriento por parte de los palestinos, a defenderse y a eliminar cualquier posibilidad de que se vuelva a repetir una masacre de civiles inocentes.

Hace unos días, en ese enorme garito de la isla de Manhattan, las naciones árabes formaron mayoría y jugaron sus cartas a favor de un alto al fuego, ¡sin condenar a Hamás! Frente a esta lamentable posición nos alienta la convicción de que el Estado de Israel con su ejército a la vanguardia y un sufrido pueblo resistiendo en la retaguardia, triunfará nuevamente para imponer la Paz.

ECOS

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2023-11-19T08:00:00.0000000Z

2023-11-19T08:00:00.0000000Z

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